Mis hermanos para entonces ya estaban en un equipo de natación donde competían contra otros equipos del País Vasco. A los 6 años quise nadar con ellos, pero no era lo suficientemente mayor como para poder entrar en el grupo, por suerte hicieron la vista gorda y me dejaron formar parte en el equipo después de hacer un entrenamiento de prueba donde me mandaron hacer 80 largos crol. Al día siguiente estaba enferma, pero conseguí nadar con mis hermanos.

Era la más pequeña del equipo con diferencia, la siguiente a mi tenía cuatro años más, me trataban como un bebé, y el entrenador
era como un segunda padre, yo empecé a cogerle cariño.